Me gustan mis errores. No quiero renunciar a la deliciosa libertad de equivocarme. (Groucho Marx)

sábado, 11 de septiembre de 2010

Todos

Retumban en mi cráneo los graves monótonos y alienantes de la música sintética. Escucho los gritos asustados de los testigos de una pelea. Un coche de policía llega demasiado tarde. O demasiado pronto para el próximo incidente. Una ambulancia recoge a un joven ensangrentado que no recuerda cómo ha llegado a abrirse la cabeza. Me da incluso por pensar que quizá viniera así de casa.

Una chica se arranca por bulerías frente a mi balcón. Tengo sueño y la espontánea carece de talento. Quiero matarla. Canalizo mi violencia encendiendo la televisión, que parece programada exactamente para eso. Me decanto por La Noche temática que, casualmente, hoy se titula Muerte súbita. La histeria se dispara con sus matices agudos, impregnando la madrugada de hormonas desatadas. Me fumo un cigarro en el balcón y observo el horizonte velado por el botellón. Me ha salido un pareado sin haberlo preparado. Llueve sobre la capa impermeable del exceso. Las gotas no disuaden a las decenas de personas que se congregan para arrastrar su adolescencia por las esquinas. Dos chicas lloran abrazadas con un brick en la mano. Preveo resacas terminales.

Una ráfaga ácida e intensa que asciende desde el mingitorio oficial en el que se ha convertido mi calle, me obliga a enclaustrarme de nuevo en el salón. Un tal José llama a un tal Germán para decirle que es un soso por no unirse a la fiesta. “¿qué haces en la cama, tío? ¡Si no son ni las cuatro!” Dan las cuatro y a mí me gustaría poder dormir. El tal José me diría que soy una sosa. No tendría intención de contradecirle. Lo soy. Una chica comenta a sus compañeras que lleva dos días bebiendo sin parar. Entra en el bucle y lo repite lo menos seis veces en el tramo que recorre desde mi calle hasta la plaza. El gesto desencajado y la torpeza de sus frágiles movimientos, indican, tristemente, que no miente. Son las cinco de la mañana. Unos 20 jóvenes cantan a todo pulmón Cumpleaños feliz. Pero la cosa no acaba ahí, luego siguen con Es un muchacho excelente. Rezo para que no empalmen con Feliz en tu día. El excelente muchacho despide la jornada con un humillante strip-tease.


Bárbara Alpuente

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