Tan pronto como empezó a llover nos empapamos de arriba a abajo, pero no nos importó. Nos metimos en el coche con agua hasta en los zapatos y empapados en risas. Me encantaba como sonaban nuestras risas juntas, al unísono. También me gustaba la forma que tenía de mirarme, aún no conseguía descifrar lo que querían decir sus ojos en cada situación, no importaba, eso mantenía viva la intriga.Pero si había algo que me gustaba especialmente de él, eso era Su Aroma, no era un olor recargado, pero si profundo, lo describiría como suave, pero penetrante, intenso, un olor que me hace acordarme de él, esto ya me había pasado más veces, siempre me ha llamado la atención el particular olor de la gente. En la mayoría de los casos es fácil apreciarlo, pero en este no, este caso era diferente.
Que conste que hubo una temporada en la que pensé que solo yo podía olerlo (me creí mágica), pero al final llegué a la conclusión de que viniese de donde viniese era algo que siempre le acompañaba y a mi me encantaba sentir como con cada movimiento suyo ese olor se metía más en mi.
Es curioso, pero excitante.
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